También te puede interesar:
Los generales de Napoleón (I): Charles de la Bédoyère
Michel Ney (1769-1815) fue uno de los mariscales más aguerridos de Napoleón. Duque de Elchingen y Príncipe del Moscova, Ney no se formó en academia militar alguna, sino que se alistó en el 5º Regimiento de Húsares en 1787, junto al cual combatió en la Revolución Francesa en el bando revolucionario. Consiguió el ascenso a teniente tras la batalla de Valmy en 1792 y, desde entonces, comenzó a lograr fama por su coraje. Sin embargo, las carencias en su formación militar serán, a la postre, su perdición.
No obstante, esa carencia no le impidió elaborar una meteórica carrera militar apoyada en la valentía, la iniciativa y un gran conocimiento de la caballería: capitán en 1794, general de brigada en 1796 y general de división en 1799. En 1802 recibió el mando de las tropas acantonadas en Suiza como Ministro Plenipotenciario para los Asuntos Helvéticos. Contrario en un principio a Napoleón, los vínculos entre su esposa y la hija de Josefina propiciaron un encuentro entre Ney y Napoleón del que ambos salieron fascinados. De este modo, en 1804 el Emperador lo convirtió en Mariscal del Imperio. Al mando del VI Cuerpo de Ejército de la Grande Armée desempeñó un gran papel en las guerras contra Austria y Prusia, participando en batallas como Elchingen, Jena o Eylau.
No obstante, esa carencia no le impidió elaborar una meteórica carrera militar apoyada en la valentía, la iniciativa y un gran conocimiento de la caballería: capitán en 1794, general de brigada en 1796 y general de división en 1799. En 1802 recibió el mando de las tropas acantonadas en Suiza como Ministro Plenipotenciario para los Asuntos Helvéticos. Contrario en un principio a Napoleón, los vínculos entre su esposa y la hija de Josefina propiciaron un encuentro entre Ney y Napoleón del que ambos salieron fascinados. De este modo, en 1804 el Emperador lo convirtió en Mariscal del Imperio. Al mando del VI Cuerpo de Ejército de la Grande Armée desempeñó un gran papel en las guerras contra Austria y Prusia, participando en batallas como Elchingen, Jena o Eylau.
En 1808 luchó brevemente en las campañas de España y Portugal y, en 1812, en la campaña de Rusia. Su participación en las batallas de Smolensk y Borodino al mando del III Cuerpo de Ejército quedó en un segundo plano tras su increíble hazaña en la retirada francesa. Ocupando con su III Cuerpo la retaguardia gala, Ney plantó cara ante los innumerables ataques de la caballería cosaca en una espectacular huida, logrando escapar de una muerte casi segura y presentándose ante Napoleón, el cual, sorprendido, lo bautizó como el "más valiente entre los valientes".
El mariscal Ney apoya a la retaguardia en la retirada de Moscú, Adolphe Yvon. |
Tras la derrota en Rusia y la terrible situación en España, Francia había perdido la iniciativa. Ahora el territorio patrio y la mismísima capital francesa se veían amenazados en la Campaña de los Seis Días. En ese momento, perdida toda esperanza, Ney aconsejó a su Emperador la abdicación y, una vez éste partió hacia la isla de Elba, confraternizó con la causa borbónica.
A Napoleón la isla mediterránea se le hacía pequeña, y su ambición le llevó a regresar para ocupar nuevamente su trono, desembarcando con un millar de partidarios en el sur de Francia el 1 de marzo de 1815. Ney fue enviado por Luis XVIII para detener a Bonaparte, y con prometió con arrogancia llevarlo a París metido en una jaula. El 14 de marzo, en las cercanías de Auxerre, se producía el encuentro y las tropas de Ney, ante la presencia de su antiguo Emperador, desertaron en masa. Ney, ante aquel espectáculo, volvió a quedar cautivado por la aureola de Napoleón, fundiéndose ambos en un abrazo.
Su participación en la batalla de Waterloo está cargada de controversia. La carga de caballería que lideró, no autorizada por Napoleón, debió de ser impresionante, pero el hecho de no contar con apoyo de infantería y artillería montada convirtió el ataque en una matanza a manos de la infantería británica, que había formado en cuadro. Este mal paso dejó a Napoleón en una situación crítica ante la llegada del ejército prusiano. Una carga de gran valentía pero mal ejecutada, que pone en entredicho su capacidad como comandante.
El resultado de la batalla es bien conocido. Fue el final de Napoleón, que acabó sus días en un nuevo exilio, esta vez en Santa Elena. Por su parte, el mariscal Ney fue sometido a juicio y condenado a muerte, siendo fusilado el 7 de diciembre de 1815. Hay quien dice que la ejecución fue una pantomima y que en realidad se salvó de la muerte por su condición de Masón, huyendo a los Estados Unidos de América, donde viviría como Peter Stuart Ney hasta su muerte en 1846.
FUENTES
CHANDLER, David: Las campañas de Napoleón. Un emperador en el campo de batalla, de Tolón a Waterloo (1796-1815). Madrid, La Esfera de los Libros, 2005.