Con esta entrada inauguramos la sección de colaboradores. En este caso, es un placer poder contar con la participación de un buen compañero y amigo como P. Huerta. Os dejamos con su apasionante texto.
Pablo Huerta
Licenciado en Historia
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Monumento conmemorativo de la Guerra de Independencia
de Irlanda. Dublín. |
El Ejército Republicano Irlandés (IRA), como
organización propiamente dicha, es configurado en 1919 por el republicano
irlandés Michael Collins, en el contexto de lo que se conoce como la “Guerra de
Independencia” irlandesa, llevando a cabo una guerra de guerrillas contra el
dominio británico de la isla. Pero para iniciarnos en su estudio debemos
retrotraernos, por lo menos, a unos cuantos años antes.
A principios del siglo XX Irlanda se hallaba en
su totalidad bajo el dominio de Gran Bretaña, actuando en lo político diversos
grupos que no estaban conformes con esta situación: el Partido Parlamentario
Irlandés (IPP) de John Redmond, que luchaba por el Home Rule, un régimen de autonomía para la isla; el Sinn Féin de
Arthur Griffith, propugnando una monarquía dual para el Reino Unido como la que
imperaba en Austria-Hungría y un absentismo hacia las instituciones británicas,
suerte de desobediencia civil con la que los representantes irlandeses electos
harían inviable la dominación del Imperio, ideas no muy extendidas entre la
población; la reorganizada Hermandad Republicana Irlandesa (IRB), heredera de
las insurrecciones “fenianas” del siglo XIX, practicando un decidido entrismo
en todas las organizaciones nacionalistas, luchando sobre todo por el control
del SF.
En el noreste de la isla (una parte del Ulster)
la situación era radicalmente distinta. Allí la población de origen protestante
era mayoritaria y, políticamente, el unionismo era preponderante. La Orden de Orange ejercía de
elemento para la conciliación de clases con una ideología unionista
supremacista, que consideraba cualquier avance (real o supuesto) de la
población católica como un perjuicio para sí. Este poder de la Orden se cristalizaba
políticamente en el Partido Unionista, fundado en 1886 para luchar contra el Home Rule. En esta franja de la isla, el
nacionalismo irlandés lo tenía muy complicado.
En 1912, ante la inminente aprobación del Home Rule, Edward Carson, prominente
unionista y agitador de la consigna sectaria “Home Rule is Rome Rule”, creó la Fuerza Voluntaria del Ulster
(UVF), una milicia paramilitar dispuesta a rechazar la medida con las armas en
la mano, si fuese preciso.
En respuesta a la UVF, en noviembre de 1913 Eoin
MacNeill, uno de los lugartenientes de Redmond, fundó la milicia de los
Voluntarios Nacionales Irlandeses (INV), una fuerza consensuada entre los
diferentes grupos nacionalistas con la que presionar por el Home Rule. Contenía en su seno la
semilla de la escisión, pues una parte de los voluntarios debían su lealtad a la IRB, la cual tenía unos
objetivos más ambiciosos que la autonomía: la independencia de Irlanda.
Durante 1914, ambas milicias se dedicaron a
armarse. El estallido de la Primera Guerra
Mundial constituía, a ojos de la
IRB, la oportunidad perfecta para desembarazarse del dominio
británico. El 18 de septiembre de 1914 se aprobaba, finalmente, el Home Rule, a condición de que no entrase
en vigor hasta que finalizase el conflicto bélico. Redmond, por su parte,
ofreció el apoyo de los INV a los británicos para su esfuerzo de guerra, lo
cual estaba en sintonía con los sentimientos mayoritarios de la población
irlandesa, a tenor del gran número de hombres que se alistaron en el Ejército
británico.
Fue la excusa perfecta para que la IRB promoviese la escisión: de
un total de unos 180.000 voluntarios, consiguió desgajar a unos 10.000, que
tomaron el nombre de Voluntarios Irlandeses (IV) u Óglaigh na hÉireann en gaélico, soldados de Irlanda, denominación
que reivindicarán todos los IRA hasta la actualidad. Estos hombres estaban
liderados por el mismo MacNeill, además de por hombres tan significativos a
partir de ese momento en el republicanismo irlandés como Patrick Pearse o
Michael Collins.
Con esta fuerza, la IRB decidió organizar la
rebelión armada. Contó para su esfuerzo con el apoyo del Ejército Ciudadano
Irlandés (ICA) y de Cumann na mBan, una organización de mujeres republicanas
fundada por la Condesa Markiewicz.
El ICA había sido organizado por James Connolly a finales de 1913 como una
milicia que defendiese las huelgas obreras de la represión policial. Pretendía
ser expresión de sus ideas de que la independencia nacional debía llevar
aparejada la revolución socialista.
La rebelión desencadenada por estas fuerzas y
conocida como el Levantamiento de Pascua de 1916 (Easter Rising) fue un desastre absoluto. Se inició el lunes 24 de
abril y prácticamente estuvo limitado a Dublín, donde sus dirigentes
proclamaron la República
irlandesa, con un apoyo social relativo.
Sin embargo, de este estrepitoso fracaso
emergería ulteriormente la victoria, como había vaticinado Pearse. De partido
casi insignificante, el Sinn Féin pasó a tener 125.000 afiliados en 1918.
Organizado por los voluntarios que engrosaban las filas de parados, el SF se
convierte en adalid de la causa irlandesa, ganándose el apoyo del clero
católico más joven (y de algunos obispos), así como implicando a muchas mujeres
en sus actividades. Actuaba como una suerte de Frente Popular, pues implicaba
un sentimiento antibritánico, antipolicial, en definitiva, antisistema; no
importaba gran cosa la ideología. Los elementos moderados al estilo del IPP se
hundieron.
1918 contempló varias victorias de su causa.
Consiguió revocar en la calle la imposición británica del reclutamiento
obligatorio en la isla, a través de una huelga general y de una vasta campaña
de agitación, en un clima casi insurreccional. La represión lanzada contra el
partido y la detención de toda su cúpula, acusados de conspirar para Alemania,
no hizo sino otorgarle un éxito propagandístico. Menudeaban, ya desde el año
anterior, las acciones violentas de los Voluntarios que, reorganizados por
Michael Collins, comenzaron a llamarse Irish
Republican Army, el Ejército Republicano Irlandés (IRA). Para el otoño,
abocaron a algunas zonas del país al caos.
En el mismo año se convocaron unas elecciones
que el Sinn Féin enfocó como un plebiscito por la independencia. Fueron los
últimos comicios que tomaron como base la isla en su conjunto hasta el día de
hoy. Se repartían 105 escaños, de los que el Sinn Féin consiguió 73, el Partido
Unionista 26 (23 en el Ulster) y 6 el Partido Irlandés (IPP).
Tras este resultado, los elegidos (salvo los
unionistas, que como era previsible se abstuvieron de acudir a la llamada) se
reunieron el 21 de enero de 1919 como Dáil
Éireann (Parlamento Irlandés) y proclamaron la independencia sobre la base
de la declaración de 1916. Éamon de Valera fue elegido presidente del mismo,
así como del gobierno. En la práctica, pasó a funcionar una doble autoridad.
“Los muchachos del IRA” hacían valer la suya ocupando latifundios, roturando
tierras de pasto y, en definitiva, ocasionando diversos daños a la propiedad
privada, algo que constituía un verdadero problema para el Sinn Féin, que
pretendía no enemistarse con los sectores moderados y, sobre todo, con la Iglesia. Los chicos
de Collins actuaban por su cuenta: el 19 de diciembre de 1918 habían atacado el
coche oficial del Virrey, en lo que algunos consideran la acción que da comienzo
a la Guerra de
Independencia o Guerra Anglo-Irlandesa de 1918-1921.
Organizado en brigadas locales y flying columns (“columnas volantes”) de
veinte a treinta hombres, con unos tres mil voluntarios activos de un total de
quince mil, el IRA desencadenó una guerra de guerrillas que hizo inviable para
los británicos el gobierno de buena parte de la isla. Sus operaciones,
dirigidas sobre todo a golpear al Royal
Irish Constabulary (RIC, cuerpo de policía), tenían una gran eficacia en
condados como Cork, Tipperary, Kerry… donde las “columnas volantes” estaban
dirigidas por hombres muy decididos.
El Dáil
concentró sus actividades en tres direcciones, sin demasiado éxito: ganarse a
los Estados Unidos con su Declaración de Independencia, motivo por el cual De
Valera viajó a este país en mayo de 1919, ganarse a la Internacional
Socialista, reunida en Berna, con su “Programa Democrático”,
bastante izquierdista y, fundamentalmente, conseguir el apoyo de la Conferencia de
Versalles, algo imposible dado que los republicanos habían recibido apoyo
alemán y se habían opuesto a la Primera
Guerra Mundial pero, en cualquier caso, perdió el control de
los acontecimientos.
Los británicos no comenzaron a tomarse las
cosas en serio hasta finales de 1919. En octubre ilegalizaron el Dáil y, el 25 de noviembre, al Sinn
Féin, al IRA, a Cumann na mBan y a la Liga
Gaélica. 40.000 hombres se encargaron de combatir al IRA
desde el RIC, los Black and Tans y
los Auxiliares, cuerpos estos dos últimos famosos por sus expeditivos métodos,
lo que no sirvió sino para aumentar las simpatías populares hacia el IRA.
La
Guerra fue fundamentalmente un asunto
librado en el Sur. En el Norte el panorama era completamente diferente. Allí,
las pocas acciones del IRA (en gran medida sectarias, contra “protestantes
colaboracionistas”) resultaban contraproducentes, pues eran contestadas sin
contemplaciones por los B-Specials,
cuerpo paramilitar casi exclusivamente protestante heredero de la UVF y tristemente conocido por
su brutalidad. La respuesta se concretaba en disturbios contra la población
católica, incendios, expulsiones de los lugares de trabajo… Esta situación
retroalimentaba el sectarismo en el Sur, toda vez que se desataban allí violencias
contra los protestantes.
El predominio del unionismo en el noreste de la
isla y su decidida actitud a no ceder posiciones llevó a Lloyd George a
sancionarlo con la promulgación del “Acta para el Gobierno de Irlanda” en 1920,
que entraría en vigor plenamente en mayo del año siguiente. Esta ley es
fundamental para entender el problema irlandés contemporáneo pues fue la que
estableció la partición de la isla. En efecto, dividía el país en dos zonas,
cada una con un parlamento propio: el noreste unionista de seis condados más
los distritos de Belfast y Londonderry, y los veintiséis condados restantes.
Desde el bando republicano no se valoró la medida en su justa medida y, en
cualquier caso, dado su absentismo en Westminster no pudo influir en su
promulgación.
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Fuente: elaboración propia. Pulsar en la imagen para ampliar. |
El siguiente paso del gobierno británico fue
negociar la paz con el IRA y con el Dáil.
El 11 de junio de 1921 se decretó una tregua para el inicio de conversaciones.
Celebradas en Londres, encabezaron la delegación irlandesa Michael Collins y
Arthur Griffith. El resultado de las mismas fue la firma del “Tratado entre
Gran Bretaña e Irlanda” o “Tratado Anglo-Irlandés”. Como su título indica,
reconocía en principio la entidad global de la isla de Irlanda, pero el
resultado fue muy distinto.
El Tratado configuraba el “Estado Libre
Irlandés”, concediendo a esta entidad un status similar al que disfrutaba
Canadá, país que, no obstante, ya se encontraba en vías de alcanzar la
soberanía plena, por lo que en el caso irlandés imperó la ambigüedad. Se dotaba
al Estado Libre de poderes legislativos y ejecutivos. Como contrapartidas, sus
representantes legales debían jurar lealtad a la Corona, el Estado quedaba
adscrito a la
Commonwealth y, en caso de guerra, la marina y la aviación
británicas podrían usar ciertos puertos del mismo.
Esta nueva legislación ofrecía a Irlanda del Norte dos
alternativas. En primera instancia, el Tratado incluía a los seis condados del
Norte dentro del Estado Libre Irlandés. No obstante, en el artículo 12 ofrecía
la posibilidad de que el Parlamento norirlandés decidiera su exclusión del
nuevo Estado, en cuyo caso los límites de Irlanda del Norte establecidos en la Ley de 1920 serían revisados
por una comisión («Boundary Commission»). Collins y Griffith entendían que este
artículo ponía a los unionistas del Norte contra las cuerdas obligándoles a aceptar
un acuerdo en el conjunto de toda Irlanda o, en caso contrario, forzándoles a
reducir drásticamente su territorio. (…) La táctica de Michael Collins
consistía en asegurar considerables transferencias al Estado Libre Irlandés,
haciendo inviable de esa forma la supervivencia de Irlanda del Norte. Su
planteamiento consideraba que la repartición precedería a la ansiada
unificación de las dos partes de la isla, pues el Tratado les ofrecía «no la
libertad última que todas las naciones desean y hacia la que avanzan, sino la
libertad última para alcanzarla.».
La
correspondencia intercambiada entre el primer ministro inglés, Lloyd George, y
el norirlandés, James Craig, antes de la firma del Tratado demuestra que los
británicos también favorecían una solución que respetara la unidad de la isla
(…) (R.
Alonso, 2001: 114-115)
El acuerdo fue firmado el 6 de diciembre de
1921 bajo la amenaza británica de desencadenar una guerra total en caso de
rechazo. El 7 de enero de 1922, el Dáil Éireann aprobó el Tratado por sólo siete votos de diferencia,
en un ambiente de división manifiesta. Esta división en el seno del
republicanismo dimanó fundamentalmente de la indignación de muchos republicanos
respecto al hecho de que el Tratado obligase a jurar lealtad a Jorge V, algo
que traicionaba su propio juramento de lealtad a “la República”. En el Norte,
inicialmente, la mayoría del Sinn Féin era favorable al Tratado (no así la
mayoría de “los muchachos”, furibundamente anti-Tratado). La disputa allí
derivaba de qué actitud tomar respecto al Parlamento de Belfast.
El 14 de enero De Valera, contrario al Tratado,
dimitía dando paso a un gobierno provisional presidido por Collins. La firma
del Tratado desencadenó una gran violencia contra los católicos en el Norte a
manos del RIC y de turbas unionistas, de tal magnitud, que Craig debió firmar
un pacto con Collins para salvaguardar las vidas y las propiedades de los
católicos, fracaso absoluto pues la promulgación de la “Special Powers Act” no hizo
sino endurecer la represión contra los católicos y sancionarla legalmente. En
las elecciones municipales de 1920, los republicanos habían obtenido la mayoría
en los condados de Tyrone, Fermanagh y Derry. Su táctica consistió en adoptar
una actitud absentista que sólo reconociese la autoridad del Dáil, para presionar por su inclusión en
la “Comisión de Fronteras” y poder ser integrados al Estado Libre. Tales
esfuerzos fueron frustrados por la policía y el Parlamento norirlandés, que
disolvió las asambleas de condado absentistas imposibilitando cualquier cambio
en los términos de la Partición,
hasta el día de hoy. Además, fue promulgada una nueva reforma electoral que
implantó el sufragio censitario reservado a quienes tuviesen propiedades.
En cuanto al IRA, la mayoría de sus voluntarios
se opusieron al Tratado. El 21 de abril celebraron una asamblea en la que
Collins trató de implicar a todos “los muchachos” en una importante ofensiva
contra el Estado norteño, tratando así de mantener unido a un movimiento que ya
se estaba desgarrando. Por el momento se evitó la ruptura definitiva,
consiguiéndose el apoyo de De Valera (líder de los “sinnfeiners” anti-Tratado)
y de Rory O’Connor, líder del IRA. La campaña militar comenzó a principios de
mayo, con ataques generalizados a los efectivos del RIC, en un clima de gran
violencia. Pero el unionismo era demasiado fuerte: para el día 23 ya había
doscientos detenidos, cifra que se elevaba a la de setecientos un año más
tarde. Los dirigentes del IRA esquivaron bastante bien la represión, pero el
Sinn Féin norteño quedó desmantelado.
Esta colaboración con los contrarios al Tratado
continuó con el pacto electoral Collins-De Valera de cara a los comicios para
el primer Dáil del Estado Libre.
Sería la última. Celebradas las elecciones el 16 de junio, sus resultados
configuraron un Dáil compuesto en su
mayoría de parlamentarios favorables al Tratado.
Sólo seis días más tarde, dos voluntarios del
IRA terminaron con la vida de Sir Henry Wilson, asesor militar del gobierno del
Norte, por su responsabilidad en la violencia sectaria contra los católicos.
Este atentado originó una gran confusión, pues fueron muchos los que
atribuyeron a Collins el haber ordenado la operación. Los británicos
culpabilizaron rápidamente a los dirigentes del IRA contrarios al Tratado, quienes
habían ocupado el edificio de Four Courts en Dublín para hacer valer su
actitud, y lanzaron un ultimátum a Collins para que acabase con ellos.
Manifiestamente incómodo por recibir órdenes de extranjeros, el propio IRA puso
a Collins la oportunidad en bandeja al secuestrar a J.J. O’Conell, vice-mayor
del Ejército del Estado Libre, en formación por aquellas fechas. Ante la
negativa de los voluntarios a abandonar Four Courts, el 28 de junio se abrió
fuego contra el edificio con artillería británica, iniciándose la Guerra Civil irlandesa.
Los “irregulares” del IRA, como fueron
despectivamente denominados, desencadenaron una nueva guerra de guerrillas, en
este caso contra las fuerzas del Estado Libre. El conflicto se circunscribió
exclusivamente al Sur de la isla. En agosto, se cobraron la vida de Michael
Collins en una emboscada en el condado de Cork. Para principios de 1923, su
derrota estaba cantada. De Valera, líder de su propio gobierno anti-Tratado,
pidió al IRA que rindiese sus armas. El líder de los voluntarios, Lyam Lynch,
fiel a la autonomía de la guerrilla de la que siempre había hecho gala el
propio Collins, decidió no aceptar este “consejo”. No obstante, su asesinato en
abril posibilitó el ascenso a la dirección del IRA de Frank Aiken, hombre más
moderado y cercano a De Valera, que aceptó deponer las armas en mayo, en espera
de una ocasión más propicia para continuar la lucha.
Pese a la derrota militar de los contrarios al
Tratado, no todo estaba perdido. En junio de 1923, De Valera reorganizó el Sinn
Féin, organización desaparecida de la escena prácticamente desde la firma del
Tratado. No reconocieron el parlamento del Estado Libre, sólo el Dáil de 1918, entendiendo que era la
última ocasión en que el pueblo irlandés votó como una unidad. En verano, la
organización concurrió a las elecciones generales alcanzando unos resultados
sorprendentes: el 27% de los votos, resultando elegidos 44 de sus 85
candidatos. Esto les situó en la posibilidad de formar gobierno, opción que,
dada su actitud absentista hacia las instituciones, desecharon de pleno.
Hasta 1926, De Valera trató de
poner fin al absentismo en el Sinn Féin. En ese año, un nuevo fracaso en este
sentido en el Ard Fheis (Congreso)
anual, le decidió a abandonar la organización llevándose con él a un buen
puñado de jóvenes activistas con los que fundó Fianna Fáil (FF), “Soldados del
Destino” (antiguo eslogan de los Voluntarios). Este partido, que se convertirá
con los años en uno de los más importantes en el Sur de la isla, arrancará la
mayoría de sus votantes al SF. Con la marcha de De Valera se iniciaba para el
Sinn Féin y para el IRA una larga travesía por el desierto, con distintos
altibajos, hasta que el estallido de los Troubles (1) permita su espectacular resurgimiento en el Norte en los años setenta.
BIBLIOGRAFÍA
AIERBE,
Peio (1989): Lucha armada en Europa.
Gakoa liburuak, Donosti.
ALONSO,
Rogelio (2001): Irlanda del Norte. Una
historia del conflicto y la búsqueda de la paz. Editorial Complutense,
Madrid.
FEENEY,
Brian (2005): Sinn Féin: un siglo de
historia irlandesa. Edhasa, Barcelona.
SIERRA,
Luis Antonio (1999): Irlanda del Norte:
historia del conflicto. Sílex, Madrid.
CRONOLOGÍA SUMARIA
1169: Primeros
asentamientos de ingleses y galeses en Irlanda.
1585: La
corona inglesa controla las provincias irlandesas de Leinster, Munster y
Connacht, pero no la del Ulster.
1603:
La derrota del último jefe gaélico que había resistido a la corona en el Ulster
da paso a la colonización de la provincia.
1690:
El rey protestante Guillermo de Orange derrota al monarca católico Jacobo II en
la Batalla
del Boyne, victoria celebrada anualmente por los unionistas hasta nuestros
días.
1795:
En un marco de intensa violencia sectaria nace la Orden de Orange.
1798:
Fracasada sublevación de nacionalistas irlandeses frente al poder inglés en la
isla.
1800:
Acta de Unión: Irlanda pasa a formar parte del Reino Unido.
1886, 1893, 1912:
Intentos fracasados de introducir la autonomía legislativa para Irlanda por
parte del Gobierno británico.
1916:
Insurrección republicana contra los ingleses en Dublín, violentamente
reprimida.
1920: Ley
para el Gobierno de Irlanda, que crea dos parlamentos en la isla, uno en el Sur
y otro en el Norte, para los seis condados, los cuales pasan a constituir la
entidad conocida como Irlanda del Norte.
1921:
Fin de la Guerra
de Independencia irlandesa con la firma del Tratado Anglo-Irlandés, que crea el
Estado Libre irlandés, del que quedan fuera los seis condados que conforman
Irlanda del Norte.
1921:
Creación del parlamento autónomo de Stormont (Belfast), controlado
exclusivamente por unionistas protestantes; será responsable de prácticas
antidemocráticas contra la población nacionalista.
1923:
Fin de la Guerra Civil
irlandesa con la victoria de los partidarios del Tratado; aceptación, por
tanto, de la partición de Irlanda.