lunes, 21 de enero de 2013

La Espada de la Victoria: El obsequio británico a Stalin por la victoria de Stalingrado




Churchill, Roosevelt y Stalin. Yalta, 1945.


La batalla de Stalingrado finalizó el 2 de febrero de 1943 con la rendición de Friedrich Paulus. 90.000 hombres fueron hechos prisioneros a causa de la obstinación de Hitler, que prefirió sacrificar sus tropas a permitir cualquier intento de retirada. De aquellos hombres, solo sobrevivieron 5.000. La derrota de Stalingrado fue fundamental en el curso de la guerra: la pérdida de un ejército que había estado integrado por 250.000 hombres fue un golpe del que Alemania nunca se recuperó. Sus recursos humanos y materiales, ya sobreexplotados, nada podían contra el empuje del gigante soviético. El Tercer Reich, que según Hitler habría de durar mil años, se vio obligado a perder el papel de atacante y adoptar el de presa acorralada. Por tanto, la de Stalingrado fue una derrota decisiva, que puede considerarse como el hito que marcó el curso de la guerra y que, además, tuvo un efecto decisivo en la moral de ambos bandos.
 
La Conferencia de Yalta, celebrada en febrero de 1945, era la reunión de los vencedores. Los "tres grandes" -Roosevelt, Churchill y Stalin- acudían a Yalta, en Crimea, para planificar la postguerra y decidir la política a seguir con Alemania, sus aliados, satélites y los países liberados. Churchill acudió a Yalta con un obsequio del monarca británico, Jorge VI, para Stalin: la Espada de Stalingrado (o Espada de la Victoria). Estaba elaborada en acero pulido y su funda se había fabricado y decorado a mano. En un acto de gran solemnidad, Stalin la elevó, besó su funda y la entregó a su mariscal Voroshilov para que fuese escoltada fuera de la sala por una guardia de honor.


Stalin besa la espada en un acto cuasi-ritual.

Con ello se estaba dando el reconocimiento a la URSS de su papel fundamental en la ya pronta derrota de Hitler, pero también a su dirigente, Stalin, quien logró salir victorioso de la Conferencia de Yalta imponiendo sus criterios y obteniendo el reconocimiento hacia la URSS como la primera potencia de Europa. El éxito de Stalin se tradujo, poco después, en la implantación de gobiernos comunistas satélites en los países liberados de las garras alemanas.
 
En la actualidad, la espada original se encuentra en el Museo de la Batalla de Stalingrado, en la misma ciudad que ahora se llama Volgogrado.  Es un vestigio de la confianza e ingenuidad que existía entre los aliados poco antes de que el propio Churchill acuñase aquello de "el Telón de Acero".


FUENTE

MACDONALD, J.: La segunda guerra mundial, grandes batallas. Barcelona. Ed. Folio, 2002.

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